agosto 30, 2024

carta abierta a mi presidente gustavo petro


 

“Pueblo miserable, yo os compadezco; ¡algún día tendréis más dignidad!”


“Viles soldados, volved las armas a los enemigos de vuestra patria.

¡Pueblo indolente! ¡Cuan distinta sería hoy

 vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad!

Pero no es tarde. Ved que, aunque mujer y joven,

me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más;

no olvidéis este ejemplo”. 

Policarpa Salavarrieta

Me enamoré de sumercé por allá en el 2010, recién había yo regresado a colombia después de lustros de exilio voluntario y una afortunada desconexión total del acontecer nacional. Afortunada, digo, porque tal desconexión me preservó del implacable y perverso proceso de contaminación intelectual que aplicaron los periodistas, reciclados en “actores del conflicto”, para instalar en la consciencia nacional una algoritmo demencial de terror, sumisión y aceptación de un libreto macabro, en el que los “resultados” se contaban en montañas de cadáveres, los éxitos en “litros de sangre, baldados de sangre” y la única fuente de empleo era “la guerra”, incuestionable, para combatir un abstracto enemigo que, a su vez, se había convertido en el único producto nacional: “la droga”. En esa escenografía bélica, el libretista fue mezclando, astutamente, las luchas subversivas surgidas de la resistencia popular a la insaciable voracidad de nuestra oligarquía. “Los actores del conflicto” terminaron concretándose en “los guerrilleros” (los malos), “los soldados” (los héroes) y “los paramilitares” (un mal necesario), además de “los sicarios” de los narcotraficantes: todos ellos, el mismo pelao pobre movilizado a la fuerza, disfrazado de soldadito y convertido en asesino, para beneficio de los señores de la guerra.

Estaba yo, aterrada, tratando de descifrar esa orgía de sangre, en la que todos parecían satisfechos gracias al entusiasmo con el que julito y su gremio de propagandistas presentaban cada mañana las hazañas de los gloriosos héroes, mientras lo único absurdo parecía ser estar aterrada, cuando surgió sumercé hablando, sin miedo al ridículo, de “la política del amor” y “la bogotá humana”, y ahí fue cuando me salvó el alma y me enamoré totalmente.

Volví a dejar el país, pero esta vez no el contacto, mantenido cotidianamente a través de estas redes. Pude seguir los logros de la bogotá humana, y también las dificultades por el saboteo permanente de una oposición deshonesta y corrupta; fui testigo del fraude —sobre todo el intelectual, por cuenta de los periodistas— que le robó a sumercé la presidencia en 2018; y, durante todo este tiempo, de “la guerra” normalizada como una fatalidad, la masacre perpetua, el desangrado permanente, el holocausto industrializado como experticia nacional.

Entendí entonces, al tiempo que muchos otros, la urgencia existencial de volver a ser humanos y que la única forma era prácticamente amasar de nuevo y volver a empezar. Una verdadera revolución de la independencia que siempre nos ha sido arrebatada. Con sumercé al mando, la esperanza era posible; nuestra última oportunidad antes de la extinción definitiva. 

Desde esta perspectiva, supe identificar a los verdaderos enemigos, externos e internos, que, como en un laboratorio macabro, convirtieron al estado colombiano en una fábrica de cadáveres. Ese enemigo no es otro que los mismos banqueros de siempre.   En los tiempos que nos correspondieron, a nivel global, la élite de banqueros de europa; ese continente de miseria que arrojó a sus hijos al mar y éstos, salvajes, han infestado, arrasado, contaminado todo el planeta, todas las culturas milenarias de oriente, todos los pueblos y los territorios de áfrica y américa, todo; son guerreros obtusos, voraces y brutales, sólo buenos en violencia y saqueo.  Y en propaganda, eso sí. Tan buenos, que ya convencieron al mundo de que son ELLOS los americanos; y los pueblos originarios somos los inmigrantes ilegales.

 Son ellos quienes fabrican todas las armas y todas las guerras y todos los libretos. Todo lo corrompen, todo lo destruyen, todo se lo apropian y lo convierten en coca cola. Hasta la palabra, para cambiarle el sentido; y las ideologías, para dividirnos y hacernos creer que son los buenos; ejemplo, el wokismo internacional, que la montan de "progresistas", pero está tomado por lo más chiflado y degenerado que hay. El capitalismo, que llaman; el desarrollo, el progreso… todopamí: un imperio de mugre, tristeza y desolación.

Sólo en el último siglo, estos son los países a los que han llevado su “democracia”; y la lista no es exhaustiva:


En colombia, el cabecilla de sus cipayos es el, también, banquero luis carlos sangriento cianuro, con su corte de lacayos de todas las calañas. Todos sus presidentes han sido, sobre todo, sus jefes de sicarios. Los colombianos nunca aparecemos en esas listas porque, gracias a estos arrastrados, el verdugo ni siquiera tiene que tomarse la molestia de bombardearnos: sólo nos arma y nosotros mismos nos matamos, como simios.  No, perdón, los simios no son tan brutos; ellos pelean para defender su territorio, no para despejárselo a sus enemigos.

La tal guerra “contra” las drogas es en realidad una sola masacre que busca limpiar el territorio para que los europeos monten su propia cocina. A ellos, lo que no les gusta de la droga es que el negocio sea de otro.  Ya ganaron, pero el holocausto continúa, inexorable.

Por ello, últimamente he estado preguntando insistentemente ¿por qué seguimos en “guerra contra la droga”? ¿por qué seguimos masacrándonos para beneficio de un negocio que ya es de ellos? ¿por qué seguimos ocupados por sus bases criminales?

 

Finalmente, alguien me envió esta respuesta:

«Es un asunto netamente político. En Colombia llevamos muchos años en ese negocio y hay miles de familias que viven de la cadena productiva, desde políticos hasta campesinos. La estructura ya está muy cimentada y es imposible desmontarla de un momento a otro. De la “ayuda” gringa también se alimentan todas esas familias. Es triste, pero en el capitalismo siempre hay explotadores y explotados. De la falsa moral también vive el narcotráfico.»

Y yo:  

«ay, gracias por contestarme; al fin, alguien. Bueno, es claro que cada peso de colombia está untado de perico. Pero, TODOS los beneficios en realidad se los cargan los gringos. Lo que está cayendo son los emprendimientos de la cuota de tráfico que ellos autorizaron a los paracos, porque las cargas de ellos salen directamente de sus bases. Pienso que no podemos seguir en esa masacre eterna; ya colombia ha hecho su parte como x1000. No les debemos nada. ¿No seremos capaces de expulsarlos, legalizar y nacionalizar —perico y yerbita— diversificar y vivir?  Por ejemplo, correa fue lo primero que hizo en ecuador y le fue bastante bien en su gobierno; pudo hacer cosas.  Claro que van a querer bombardearnos, los hijueputas; pero podemos pedir ayuda a los brics ¿no? Revolución es revolución, o qué

y él:

«Pues yo vivo ahora en Popayán, y lo que he visto es que Petro empezó a desmontar ese negocio simplemente para la foto, no ha ofrecido ninguna solución de fondo a los campesinos que viven de la coca desde hace décadas, no hubo un plan de sustitución de cultivos ni alternativas para los sicarios y extorsionadores, por eso está todo jodido, peor que antes. Los que sufren no son sólo los políticos y millonarios dueños del negocio, también la gente que trabaja para ellos. Los políticos no se van a morir de hambre porque uno de sus negocios vaya mal, los pobres trabajadores ahora están más pobres y por eso tanta violencia ahora. 

Este fin de semana vine a visitar a mi familia a Cali y en este momento voy para Popayán de vuelta y no sé cómo me vaya a ir. La carretera vive bloqueada, hay combates eventuales, amenazas de bombas y un montón de problemas que revivieron sólo porque empezaron a decomisar el perico.

Santos con ayuda del farsante Alejandro Gaviria dio licencias para cultivos de marihuana a los canadienses en el norte del Cauca, los campesinos están jodidos e invaden esos cultivos, por eso los canadienses contrataron ejércitos paramilitares… en fin, para nosotros es muy fácil verlo, pero la estructura es muy compleja.»

Mejor dicho: sumercé mató el tigre y se asustó con el cuero.

 Mientras los europeos, en sus países, ya hace rato que tienen legalizado un negocio fabuloso con la marihuana y están haciendo “estudios en laboratorio” con la cocaína, nosotros seguimos bajo la misma prohibición, en la misma “guerra”, aplicando las mismas “soluciones”, cuidando el mismo negocio, bajo la misma ocupación, y sí —bien pueda, sumercé, empútece—, igual de arrastrados.

Aquí en canadá, tenemos boutiques de yerbita muy elegantes y bien surtidas, con un excelente servicio, en el sitio y a domicilio. El gobierno nos la envía a la puerta de la casa, pagamos con tarjeta de crédito precios muy razonables con iva incluido.

¿Nosotros por qué somos tan maricas?

¿Cómo puede creer sumercé que charladito con ellos se puede arreglar algo? 

¿Que cogobernando con esos bandidos llegaremos a una solución “democrática”?

¿Que la prohibición —ese fabuloso negocio— se acaba pidiendo permiso al dueño?

¿Qué una guerra se acaba con más guerra?

No mijito, un cáncer no se cura con pañitos de agua tibia.

 

Eso ya está inventado:

Hay es que expulsar a los europeos con sus bases criminales, sus armas, sus ong saboteadoras, sus compañías extractoras saqueadoras y ladronas… en fin, todo; en vez de entregarles más territorios (como les entregó la gorgona, que mejor ni pienso, no va y me empute yo). Ahí se les pueden regalar las últimas incautaciones de perico (si no es que ya lo estamos haciendo, porque pa bobos, nosotros), para que no vayan a sufrir una crisis sanitaria de verdad (no como la plandemia que nos organizaron) y la última cosecha de perico. Que monten cocina en su casa. Nos sale más barato.  No hay cuarenta formas de solucionar una infestación de sanguijuelas; no hay ni dos. Toca es arrancándolas completamente, porque si no es así, esos bichos le dejan pedazos adentro a uno.

 Así como está haciendo el comandante traoré por estos días en burquina faso, y también otros países africanos. Así como están haciendo nuestros vecinos latinoamericanos, con tanta dificultad; y nosotros en vez de unirnos con ellos, saboteando sus frágiles revoluciones. Somos el peor vecino del universo; con tanto que nos han aguantado y ayudado, dizque dando clases de democracia desde nuestra vergonzosa plutocracia. Qué alternancia del poder ni qué hijueputas, si nuestras “oposiciones” no son políticas sino criminales. O bueno, sí: doscientos años los cipayos, doscientos años el pueblo. Qué tal devolver el poder a los gringos ahora que sus revoluciones están empezando a recuperarse del inclemente castigo por desobediencia al tirano del mundo. Nooo… ala, qué vergüenza con ellos.

 De todos modos, el imperio más brutal y estúpido de la historia universal se está desmoronando. Todo lo que nos han dicho, desde siempre, es mentira; pero el mundo ya no le come cuento a jólibud. Ya nadie les quiere hacer el favor de la guerra, que es de lo que viven; el dólar ya no vale ni el papel en el que está pintado porque los árabes se bajaron del petrodólar. Por eso se inventan cuentos cada vez más delirantes, a ver cómo se cuadran. Como la plandemia, para lo del negocio de las vacunas; ese cuento pegado con mocos ya no pega ni poniéndolo bien feo. Y el otro, todavía más estúpido, del mundo sin carbono, o sea, del mundo muerto; es para robarse los territorios que aún no se han robado y montar el negocio de los “bonos de carbono”; pero ese tampoco les cuajó porque hay cosas que no pueden controlar. Por ejemplo, el sol, el dios de la temperatura. 

Ellos no tienen la más mínima intención de dejar de contaminar, que es el problema real; ahora están convirtiendo la contaminación en EL negocio. Van a venir en sus aviones privados a decirnos que la polución somos nostros, porque respiramos mucho; y que la biodiversidad se protege con monocultivos. ¿Cómo hace sumercé para creerles?

Y hay más; como esas fábricas de mosquitos del diablo gueits; dice que son “vacunas” para acabar con el dengue, pero son para propagarlo, más mortífero. En colombia le instalamos una en pleno medellín; y una de “vacunas” en bogotá; de pronto más. Fábricas de armas biológicas preparadas por nosotros mismos. ¿Cómo podemos creer que los mismos que llevan siglos tratando de exterminarnos ahora sí nos quieren vivos y sanitos? ¿Cómo? 

Pero ese tuit ya lo escribí: 



Y esto no es “una opinión”. No tiene que creerme a mí. También el control de estas redes lo están perdiendo y ya salen las informaciones, que le voy a poner algunas aquí debajito, de la boca misma de los protagonistas, con estudios serios de científicos serios, no de“especialistas de mesa de trabajo”.


Algún historiador decía que los americanos nos conquistamos solos, por ingenuos. Bueno, ahí seguimos.

Pero también atahualpa (creo) dijo a su pueblo que a los europeos no se les puede vencer con violencia porque son lo más de sucios y salvajes; dijo que habría que esperar a que ellos se destruyeran solos, desde adentro. Estamos asistiendo a ese glorioso momento. No sigamos pidiendo puesto en las calderas de ese barco que ya está haciendo agua. No alarguemos la agonía.


Ahora toca es arremangarse y echar palante que la revolución es pallá y para ya. 

Así, rapidito, se me ocurre a mí, que soy nadies:

o   Declarar el estado de emergencia por la situación de violencia (tal vez el primero real y necesario de la historia de la república).

o   Y, ahí sí, decreto ventiao, como han hecho ellos. ¿No que son los que saben cómo gobernar? Pues hay que usar los mismos recursos, pero no para hacer más torcidos sino para enderezar los que nos dejaron, que qué cosa tan espantosa cómo han manoseado la constitución y raspado la olla; es que le abrieron hueco y se la llevaron para fundirla. No iban dejando ni el cuento, los sinvergüenzas. 

o   Moratoria en el pago de la deuda, que fue otorgada por banqueros corrompidos a banqueros corrompidos; perdón tanto pleonasmo. Que se la paguen ellos mismos, o que aguanten. Un letrero que diga “gracias por su paciencia, estamos en reconstrucción nacional”.

o   Fin de la prohibición y nacionalización del negocio de la yerbita, que es sagrada, y del perico, que ellos necesitan. Pero que lo paguen. Es lo menos que nos debe el mundo, que tanto nos debe.

o   Expropiación administrativa de todos los territorios que se han robado. Dizque derecho adquirido, dice el banquero cianuro. Voy a decir como mi vicepresidenta francia: ¡pues de malas! 

o   Convocar un plebiscito porque hay que reparar todo, urgentemente; la justicia, el congreso, la educación, la salud… ¡todo!

o   Y un referéndum para lo de la reelección porque estos dos años habrán servido para probar que con esa gente no se puede. Deje de pedirles permiso, que ellos no tienen sangre en la cara; lo único que quieren es seguirnos clavando. Ya no hay más tiempo para güevonadas y el que queda no alcanza. Están con los colmillos afuera, babiando a ver cómo vuelven a desbaratar lo poquito que le dejen hacer, como hicieron con Bogotá.

 En fin. Yo es sólo para lanzar la idea porque no sé de eso, pero sumercé sí tiene cerca gente muy valiosa, que sabe mucho; como el ministro miamor integridad velázquez (a quién amo más que a sumercé, cómo será) y el otro iván, nuestro sabio criollo cepeda, exento de la embriaguez del poder y del complejo del indio; un revolucionario nato, un enorme.  Alumbren, a ver, porque vamos joches.

Pueblo, tienen; incluidos los soldados que estarán encantados de cumplir, al fin, su misión verdadera de defender la patria, y no a esa caterva de zánganos que los convirtieron fue en sicarios. Pregúntennos y verán.

El pueblo lo elegimos a sumercé por revolucionario, no por obediente.

Lo elegimos para detener el holocausto. Para lo de la política del amor y la colombia humana. El mandato es la paz total. La DEMOCRACIA, que, como su nombre lo indica, es el gobierno del pueblo; no esa asquerosa plutocracia de cipayos que nos está matando.  En las regiones, la gente que puso el cuero para que sumercé llegara se está quejando de que son los mismos de siempre los que siguen gobernando. Y los pelaos de la primera línea siguen en la cárcel. Sumercé le dijo a la niña arawac que quiere ser recordado como el “guerrero de la vida”; no le vaya a quedar como un culo. Por el undergrún dicen que sumercé es muy terco y no le gusta la crítica; bueno, me da pena, pero poquita; porque, en mi diccionario, la condescendencia y la obsecuencia son los insultos más odiosos y no le sirven a nadie. De berracos es saber reconocer los errores y corregir, no glorificar trapos que son símbolos de la resistencia, pero seguir sometidos al verdugo, voluntariamente.

 A ver si, al fin, espabilamos y le paramos bolas a la pola.

Es con cariño. Por su bien; y el nuestro. Sumercé sigue siendo mipetrico, que amo.

Nadie dijo que sería fácil.

 

mónica sánchez beltrán

ombudsmana silvestre



ps: en los comentarios, algunas de las pruebas de todos los cuentos que nos han echado últimamente.